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Ver es creer

¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? Así me preguntó uno de mis alumnos.

Mmm, no me acuerdo bien, pero sí recuerdo la última vez que decidí no tomar el camino conocido, alterando la reciente rutina que se había creado junto a la pausa para el almuerzo durante los días pasados en el MAD (Museo de Arte y Diseño de New York).

Tomé la escalera en vez del ascensor para bajar los 8 pisos y en un momento dado, los escalones empezaron a teñirse de una luz coloreada, mágica. Unos escalones más abajo, supe que la fuente de luz venía de un gran vitral, obra de Judith Schaechter, Ver es creer, instalado en el ventanal del museo. Perderse tiene mala prensa, y sin embargo, cuando lo hacemos estamos en un estado de alerta, de atención con respecto al espacio que nos circunda. En algunas culturas, los ritos de iniciación se basan en el estar perdido, por ej., en un bosque, valiéndose de uno mismo para sobrevivir. Si alguien no se pierde, no pasa a la vida adulta.

Y este año me tocó volver al museo, y volví con estas piezas, rindiendo un humilde homenaje a esa posibilidad de “perderse” cambiando las rutinas para sorprendernos en otros espacios, para alterar la relación dominante, dominado que tenemos con nuestro contexto, para celebrar el estar en estado de alerta, despiertos, atentos.