Una isla que se mueve,
que va trayendo cosas.
Y que en su trayecto,
va enganchando, enganchándose
con otras.
Voy a empezar con un paisaje, el paisaje que nos dibuja y nos conforma, y que nos hace existir de una cierta manera. En el año 2016 una invasión de camalotes llego a las orillas de la ciudad de Buenos Aries cambiando inesperadamente el entorno que nos rodea. Este evento modifico temporalmente el horizonte cotidiano y a su vez trajo una invasión de organismos vivos adaptables y percibidos, en algunos casos, como amenazantes.
Trabajé en una serie de collares que dieron cuenta de este hecho y que se exhibieron en el CC Recoleta en una muestra colectiva que se llamo Lo inesperado de lo cotidiano. Los camalotes y todas las implicancias de la invasión de estas plantas fueron mi tema de trabajo. Como una naturalista darwiniana, ilustré este hecho, mostrando los bordes de la costanera y la ciudad amenazadas por estas plantas que traían bichos foráneos, animales peligrosos, catástrofes urbanas.
Dibujo con mis tijeras sobre textiles que creo a partir de la pintura. Los articulo alrededor de un elemento constructivo, en este caso, la madera, que sirve de baranda de contención. La apropiación de los afiches de las campañas de prevención del dengue en la vía publica me sirvieron para esta pieza que está en el limite entre un collage portable y un collar que casi no encuentra su lugar en el cuerpo, que denota no lujo sino la anti joyería.
Utilizo técnicas que transgreden las fronteras del ámbito de la joyería tradicional.